Desertificación
En 1977 es convocada en Nairobi la "International Conference on Desertification" (UNCOD) en la cual se propone una definición para este proceso que involucre especialmente las alteraciones provocadas por el ser humano. La desertificación implica el uso y gestión inapropiados de la explotación de los suelos que reducen o destruyen el potencial de un país hasta llevarlo a condiciones de aridez similares al desierto. Da lo mismo que se trate de secanos, es decir, cultivos sin riego, o de regadío, los recursos naturales son degradados de manera considerable en los terrenos aprovechables para la agricultura. Una vez que el efecto negativo de la acción antrópica se manifieste, el proceso de degradación tiende a intensificarse por sí mismo cuando están dadas ciertas condiciones climáticas. Por este motivo no puede hablarse de desertificación cuando se trate de tierras deshabitadas e inexplotadas -si todavía quedan- como tampoco en zonas de clima húmedo. Mensching (1990) apunta expresamente que la sequía en sí no provoca la desertificación pues en este caso se trata de un "proceso climático normal" con sus variaciones naturales.
Las causas de la desertificación que pueden conducir en el peor de los casos a los "man made deserts" son de una naturaleza más compleja y polifacética y comprenden casi siempre aspectos físicos y antrópicos que obran en sinergia. Sobre las causas de los procesos de desertificación hay extensa literatura (Mensching, 1990; Dregne, 1983, entre otros). En la mayoría de los casos la desertificación no tiene una sola causa sino es un conjunto factores interrelacionados que se potencian unos a otros.
Desertificación significa literalmente "desertus facere" (del latín), es decir, convertir una zona en desierto. Mas este vocablo significa mucho más y es mal interpretado a menudo. La permanente carga ecológica por la extracción de agua y el pastoreo excesivos, y en parte, por la eliminación completa de la vegetación original para sustituirla por nuevos cultivos ha tenido como consecuencia procesos de desertificación en algunas regiones.
La acción de este proceso como factor limitante para la explotación agrícola junto con las actividades antrópicas cobra día a día más relevancia y tiene rango de problema mundial, lo mismo que los procesos para optimar la agricultura en regiones áridas. Cuán graves son los problemas resultantes de un aprovechamiento de los suelos inadecuado e insostenible son temas que se discuten en los últimos tiempos en los medios comunicacionales. Justamente en lo que se refiere a la explotación agraria, nos encontramos en el sector límite entre los costes respecto a los daños causados a los espacios naturales y el disfrute económico derivado de ellos. El conflicto entre el ser humano y el medio ambiente pareciera preprogramado.
La figura arriba ilustrada (fuente: UNO, modificada por Hoffert) sólo sirve como visión general de las regiones expuestas a desertificación.
Se puede reconocer con claridad la disposición del riesgo que corre América del Sur relacionado con las "diagonales áridas" que atraviesan el subcontinente desde el estrecho de Magallanes hasta el golfo de Guayaquil, exceptuando las islas pluviales entre Jujuy y Catamarca (2) y la sierra de Córdoba (3). Asimismo se nota que los desiertos totales no cuentan entre las zonas expuestas a desertificación. Las regiones semiáridas están afectadas sobremanera, por ejemplo, en áreas de bosques secos, sabanas con zarzales, sabanas o estepas patagónicas.
Dependiendo de la intensidad con que se manifiesten estos procesos, variará la calidad de los suelos respecto a la explotación agraria. Si los procesos de desertificación son identificados en su fase temprana, los daños consecuenciales pueden mantenerse dentro de límites a fin de asegurar de manera sostenible los recursos naturales.
Tomado de:
http://www.lateinamerika-studien.at/content/natur/naturesp/natur-878.html
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